2.3 Otras publicaciones de la obra de Shakespeare

2.3 OTRAS PUBLICACIONES DE LA OBRA DE SHAKESPEARE

 La segunda edición del First Folioque ha pasado a llamarse Second Folio, se publicó en 1632. Isaac Jaggard falleció en 1627 y William Blount vendió sus derechos sobre sus publicaciones de Shakespeare a Robert Alliot en 1630. Alliot se convirtió en el máximo impulsor de la publicación del Second Folio de cuya impresión se encargó Thomas Cotes; en dicha edición se hicieron cerca de 1700 correcciones al texto de la primera edición.

 De lo más destacable de esta nueva edición es la dedicatoria, que aparece sin firmar, realizada en 1630 por un joven John Milton.

Dedicatoria de John Milton a Shakespeare

 (publicada de forma anónima en la edición del Second Folio de 1632)

«On Shakespeare»

What needs my Shakespeare for his honour’d Bones,
The labour of an age in piled Stones,
Or that his hallow’d reliques should be hid
Under a Stary-pointing Pyramid?
Dear son of memory, great heir of Fame,
What need’st thou such weak witnes of thy name?
Thou in our wonder and astonishment
Hast built thy self a live-long Monument.
For whilst to th’ shame of slow-endeavouring art,
Thy easie numbers flow, and that each heart
Hath from the leaves of thy unvalu’d Book,
Those Delphick lines with deep impression took,
Then thou our fancy of it self bereaving,
Dost make us Marble with too much conceaving;
And so Sepulcher’d in such pomp dost lie,
That Kings for such a Tomb would wish to die.
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» Sobre Shakespeare»

 ¿Para qué necesita, mi Shakespeare,
 para sus venerados huesos, el esfuerzo de
 una era en amontonadas piedras,
 o que sus consagradas reliquias deban ser ocultadas
 bajo de una pirámide que apunta a las estrellas?
Querido hijo de la memoria, gran heredero de la fama,
¿Para qué necesitas tú tan débil testimonio de tu nombre?

Tú, en nuestra admiración y asombro
te
has construido a ti mismo un monumento perdurable.
Pues mientras que para vergüenza del arte de logros lentos,
tus libres cadencias fluyen, y cada corazón
ha de las hojas de tu infravalorado libro
aquellas líneas délficas tomado con profunda impresión,
tú, despojando nuestra imaginación de sí misma,
nos vuelves mármol con demasiado cavilar;

y así yaces sepultado en tal pompa

que reyes por semejante tumba querrían morir. 
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  Para Milton, el verdadero monumento de Shakespeare es su libro, el cual tiene tanta valía que hasta los reyes  deberían sentirse envidiosos.

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